LA RESPONSABILIDAD

La entrada de hoy es sólo un sencillo recordatorio de lo que estaría bien que todos tuviéramos presente en nuestro día a día: la responsabilidad.

Gracias al libre albedrío, podemos tomar decisiones propias y razonadas, pese a que puedan estar basadas en experiencias pasadas, sin caer en el determinismo. Es decir, recibimos influencias del entorno, de nuestro proceso de socialización, de nuestra experiencia y de nuestras esperanzas futuras, pero somos responsables de nuestros actos, palabras o decisiones.

Si bien se nos puede pedir responsabilidad civil o responsabilidad contractual o responsabilidad ética, no nos podemos olvidar de la responsabilidad respecto a nuestro bienestar y también el bienestar de los demás, una vertiente más filantrópica de la responsabilidad.

Éste es el leitmotiv de la entrada de hoy, recordar que los terapeutas tenemos responsabilidad sobre el proceso de quien solicita nuestros servicios, al mismo tiempo que la persona tiene responsabilidad en su proceso.

En cuanto a la responsabilidad del terapeuta, tenemos unas herramientas que pueden ayudar a las personas a crecer y sentirse mejor, siempre que las empleemos focalizados en ayudar de la manera más individualizada posible. Asimismo, como trabajamos con personas que, además, nos han pedido que les echemos una mano, ellas son lo más importante cuando están con nosotros y nuestra energía irá dirigida a encontrar cómo nuestras herramientas pueden ayudarlas en ese preciso momento y para aquel conflicto concreto. Esto es, evitamos utilizar nuestras herramientas en serie independientemente de quien tengamos delante o de cuál sea la ayuda que solicita. Ahora bien, aquí confluyen la responsabilidad y la humildad, porque tal vez no la podemos ayudar y se lo tenemos que decir. Tal como he dicho, tenemos responsabilidad sobre su proceso.

Por otra parte, recordemos que la persona tiene responsabilidad sobre su proceso y estaría bien recordárselo si lo olvida o quiere evitarla. Todos hemos oído: - "Vengo a que me quites ...". No sé el resto, pero yo no saco nada, más bien echo una mano, doy unas herramientas, ayudo a la persona a su cambio, a su mejora. En otras palabras, la persona es responsable de su proceso de cambio y la acepta si realmente está interesada en el cambio. Dicho de otro modo, hay quien rechaza la responsabilidad y la pone toda sobre el terapeuta como primera resistencia al cambio, por el contrario hay quien es perfectamente consciente de su papel activo en el proceso. Es decir, hay quien sabe que su éxito es cosa de dos y eso es muy positivo porque hace posible que disfrute de estar en la consulta implicada en su éxito; porque se emociona sintiendo los cambios positivos que hay durante el proceso y que son suyos, fruto de su responsabilidad.

En resumen,

Quien quiere hacer algo, encuentra un camino. Quien no quiere hacer nada, encuentra una excusa.

¿Quieres mejorar algo? ¿Necesitas un empujoncito? ¿Pondrás de tu parte?

Ya me dirás en qué te puedo ayudar y, juntos, buscaremos la mejor solución para ti.

¡Salud!

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